La La Música De Las Lenguas Muertas by David Niall Wilson

La La Música De Las Lenguas Muertas by David Niall Wilson

autor:David Niall Wilson
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Tinieblas
publicado: 2011-01-19T23:00:00+00:00


12

Ferdinand apuró sus pasos, avanzando hacia la capilla con la cabeza gacha y las orejas ardiendo, como si el Diablo le hubiera pescado haciendo algo y le pisara los talones. Había estado en el exterior de la cámara de Louis de Chaunvier, y había oído la acalorada conversación que había tenido lugar allí. Antes de que de Molay pudiera abandonar el cuarto él se había dado la vuelta y había corrido, temeroso de ser descubierto. No era extraño que esperara fuera por si se le necesitaba. Sabía que era un miedo innecesario, ya que nadie sospecharía de la traición de un pobre sirviente. No, salvo que el insensato no tuviera el buen juicio de no correr.

Aunque su mente le decía que frenara y que fuera cauto, no podía obligar a su cuerpo a obedecer. Ya estaba lejos de la puerta de de Chaunvier, pero el corazón seguía saltándole en el pecho y sentía las piernas débiles. Temía que, si dejaba de correr, tropezara o cayera, lo que llamaría más la atención que su huida alocada.

Las puertas de la capilla del castillo estaban abiertas de par en par, como siempre, y entró, esperando un momento para asegurarse de que nadie le había visto. No podía permitirse un castigo por faltar a sus obligaciones, ya que necesitaba libertad para cumplir con las órdenes del Padre Kodesh. Ahora más que nunca, sabía que era imprescindible no cometer errores.

No había nadie más en el pequeño recinto. Se deslizó entre los bancos y el altar, atravesando un rayo de luz verde y escarlata que se filtraba desde los ventanales pintados. Su mirada fue atraída inexorable hacia arriba, y se vio mirando directamente a los ojos acusadores del Redentor. Aquella mirada profunda y apesadumbrada seguía cada uno de sus pasos, fijándolo al suelo como a un insecto entre la punta de una daga y la mesa. Arrastró su mirada hacia las sombras más allá del altar y atravesó el umbral.

–¿A qué vienes? – preguntó inmediatamente el Padre Kodesh-. Es un mal momento, es un momento peligroso para que estés aquí.

–Tengo noticias sobre Santos -musitó Ferdinand, deteniéndose para recuperar el aliento-. He oído a de Molay y a de Chaunvier discutiendo sobre él. Quieren acelerar las cosas, intentar pronto algo que Santos quiere de ellos.

–¿Cómo de pronto?

–No lo dijeron exactamente, pero de Molay mencionó que Felipe no podía estar a más de tres días. También dijo que esa… que esa cosa tenía que suceder antes de entonces.

–Eso no es ninguna sorpresa -dijo Kli Kodesh pensativo-. ¿Cuándo si no iban a actuar? No creo que Felipe y sus sacerdotes quieran unirse a ellos.

–Hay más -susurró Ferdinand con urgencia-. Santos les mostró una cabeza, algún tipo de amputación. Le habló a de Molay de sus poderes, y ahora nuestro señor está más convencido que nunca de que se trata de la salvación del castillo. Es un hombre poseído, y parece haber convencido a de Chaunvier. Se reunirán de nuevo esta noche.

El Padre Kodesh se quedó quieto unos instantes, ensimismado. Si lo que decía Ferdinand era cierto, quizá el riesgo fuera mayor de lo que había imaginado.



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